Por: Diego Cardona C.
Publicado en la revista digital "Razón Pública", en su edición del Domingo, 03 de Octubre de 2010
Todo indica que habrá segunda vuelta en las elecciones de Brasil. La candidata oficial, Dilma Rousseff ganó ampliamente, pero aún no obtuvo la mayoría absoluta. Sin embargo, su ventaja sobre el segundo candidato es amplia. A qué se debería su elección, cómo recibiría el país y qué se podría esperar de su gobierno.
A la medida del gigante
La importancia de Brasil en América Latina, es evidente. Con sus 190 millones de habitantes, el 85 por ciento de los cuales vive en centros urbanos, representa la mitad de Suramérica en superficie, población y magnitud económica. Los latinoamericanos tenemos entonces el derecho y el deber de preguntarnos qué sucedería en un gobierno de Dilma Rousseff.
Su ventaja de aproximadamente 15 puntos sobre José Serra, quien será su contrincante en segunda vuelta, no sería muy apreciable de no ser porque el casi 20 por ciento de votos de la candidata del Partido Verde, Marina Silva, sería muy difícilmente endosable para Serra. Su movimiento tiene con él, menos afinidades que las que pudieran existir con el Partido de Lula.
Todo dependerá de las negociaciones de los próximos días, las cuales serán complejas. Marina Silva podría dejar en libertad a sus electores para votar por el candidato de su preferencia, pero obtendría mayores ventajas para su proyecto político, negociando un eventual programa en los temas ambientales y sociales. La posibilidad de negociación de los Verdes es, en principio, mucho más alta con el PT de Lula y Rousseff. Por ello, es válido concentrarse en apreciar cómo sería un gobierno de continuidad en el Brasil.
Por su formación y sus actividades en las últimas décadas, podría esperarse un énfasis en la política interna. La señora Rousseff tiene experiencia y manejo de la política de su país. Seguramente contaría con apoyos importantes en el Partido de los Trabajadores, PT (al que ha pertenecido los últimos diez años), comenzando por el incondicional del actual presidente Lula.
Dicen sus amigos y adversarios que es alguien competente en los temas económicos, carrera que cursó en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul. Entre 1991 y 1995 fue secretaria de Energía de dicho Estado, y a partir de 2003 (hasta 2005), ministra de Energía del Brasil. También fue presidenta de la Juta Directiva de Petrobras, la Empresa más grande América Latina.
Desde mediados de 2005 y hasta el momento en que inició su campaña, fue Jefe de Gabinete del presidente Lula, vale decir la persona de más confianza en la coordinación del Ejecutivo y en sus relaciones con otras instancias. Tiene fama de rigurosa y exigente, al punto que algunos de los ministros llegaron a quejarse de su dureza.
Un asunto importante es su fórmula vicepresidencial, que nunca debe olvidarse en los procesos electorales. Se trata de un peso pesado en la política brasileña, Michel Temer, congresista por muchos años y tres veces presidente de la Cámara de Diputados. Las relaciones con el Congreso y los sectores políticos tendrían en él a un apoyo importante.
Las razones del éxito
Todo indica que además del tema de género (sería la primera mujer en llegar a la Presidencia del Brasil), en la designación de la señora Rousseff como candidata del presidente Lula pesaron varias consideraciones fundamentales:
•La sensibilidad social y el camino de la equidad;
•El trabajo duro y la disciplina;
•La circunstancia de ser alguien "hecho a sí mismo";
•La competencia técnica;
•La afinidad con la actual administración y la continuación de sus políticas;
•Los buenos resultados obtenidos;
•El hecho de ser Brasil un país abierto al mundo: la señora Rousseff nació en Rumania y vivió un tiempo en Francia.
Para Lula, que comenzó como ella en la izquierda dura, que fue obrero metalúrgico, que trabajó un tiempo en otro país (en Córdoba, Argentina), y que es hombre hecho en la lucha sindical, la señora Rousseff surgió como una candidata casi lógica, semejante a él mismo y parte de un modelo al que quiere dar continuidad. Lula pudo imponerla en su partido, gracias a la enorme popularidad de sus políticas, en cuyo diseño y aplicación, ella participó en los últimos años. Todo indica que sería la persona más apropiada del entorno del presidente saliente, para desarrollar y profundizar políticas económicas, sociales y energéticas de gran magnitud.
Los grandes desafíos
Sin embargo, pese al éxito indudable de la economía y la política social bajo los gobiernos de Lula, existen múltiples temas pendientes:
•El analfabetismo es del 12 por ciento en el país;
•El desempleo ronda el 10 por ciento de la población económicamente activa, y el 58 por ciento corresponde a las mujeres;
•El intercambio con el exterior es voluminoso (del orden de 100 mil millones de dólares anuales en importaciones y exportaciones), pero per cápita es inferior al de otros países latinoamericanos;
•Brasil figura entre los 10 países más importantes del mundo, pero su tasa de competitividad internacional es aún relativamente baja para su magnitud. De acuerdo con el Foro de Economía Mundial, la máxima autoridad en esta materia, ocupa el puesto 58 en el mundo, por debajo de Chile, Costa Rica y Panamá, los tres países latinoamericanos que han encabezado ese "ranking" en los últimos años.
•Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, Brasil ocupa el puesto 75 en Desarrollo Humano, siendo el cuarto país latinoamericano después de Chile, México y Argentina.
•El entorno de sus grandes ciudades, y el Nordeste, son aún zonas de extrema pobreza.
Es de anotar, sin embargo, que en los últimos años de la administración Lula, se logró un avance muy importante, junto con Chile y Bolivia, en la reducción de la pobreza y la pobreza extrema. Pero aún hay mucho trabajo por hacer. De cualquier manera, todo parece indicar que con la señora Rousseff habría continuidad, con un énfasis muy fuerte en las políticas internas.
Brasil en el mundo
La política externa del Brasil, corresponde a los requerimientos internos y a la visión de un país que se perfila en la próxima década como uno de los tres grandes del mundo en crecimiento, junto con China e India.
El nuevo gobierno debe mejorar, el nivel de su mercado interno, la infraestructura y cohesión internas, y su presencia regional. En ese sentido puede esperarse un incremento de la actividad encaminada a concretar algunas de las aspiraciones más importantes en Suramérica en interconexión y desarrollo de infraestructura: carreteras, puertos, puentes y nuevas tecnologías de la información.
Con la señora Rousseff, Brasil le daría la mayor importancia a los temas energéticos. Bajo su eventual mandato seguramente se iniciará la explotación de los gigantescos yacimientos de petróleo en la zona marítima frente a Sao Paulo, Río y Santo Espíritu, que al parecer son los mayores de América Latina, continuará la exploración de yacimientos de petróleo y gas; se seguirá con la producción de biocombustibles en condiciones adecuadas para el desarrollo económico y social, aunque este asunto deberá ahora negociarse con el Partido Verde, si se quiere su votación para la segunda vuelta.
Seguramente las políticas económicas y sociales de la señora Rousseff podrían ser sensiblemente iguales a las del presidente Lula, pero se profundizarían en la medida en que la economía se vaya fortaleciendo después de la crisis mundial. Con una visión un tanto neokeynesiana, el mercado interno será el eje de sus proyectos de corto plazo. En el mediano plazo, la capacidad exportadora será crucial para el país.
Lo que puede esperarse
Así, pues, en un gobierno de la señora Rousseff podrían esperarse:
1. La continuación de la actividad política de centro y de centro-izquierda, con neo-keynesianismo dentro del país. El discurso social sería semejante al de Lula. Algunos analistas le temen al pasado político de la señora Rousseff, pero todo indica que se trata, como en otros casos, de alguien que ha venido desplazándose desde la extrema izquierda hasta las posiciones de centro-izquierda o izquierda moderada. Quizás Lula estuviera ligeramente más al centro, pero la señora Rousseff ha demostrado en las últimas décadas que está lejos de ser una política radical, si bien defiende sus ideas con firmeza.
2. Impulso decisivo a la producción petrolera, e incremento gradual de los prospectos petroleros y gasíferos, con actividad importante en promoción de biocombustibles.
3. Fortalecimiento de la actividad del Brasil en América del Sur y en dirección a los proyectos de la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR. Recordemos dos hechos singulares: el muy eficaz canciller de Lula, Celso Amorín, lo acompañó desde el comienzo de su gobierno, lo mismo que el operador internacional del PT y asesor presidencial en temas internacionales, Marco Aurelio García. Pero es sólo hasta 2005, cuando el acercamiento a Suramérica comenzó a acelerarse y terminó con acuerdos importantes entre los cuales vale la pena citar la UNASUR. Ese cambio de políticas desde mediados de 2005, coincide con la presencia de la señora. Rousseff en el Palacio de Planalto. Veremos en los próximos meses si esta hipótesis puede profundizarse, pero es un hecho altamente significativo. Quizás la señora Rousseff sea sensible a los temas de desarrollo regional dentro del Mercado Común del Sur, Mercosur, hasta hoy abandonados, si hacemos caso a lo que dicen sus dos socios menores, Uruguay y Paraguay.
4. Mayor énfasis en los contenidos sociales de los proyectos de desarrollo y en su relación con el mundo dentro de esa temática.
5. Una actividad sostenida en la ronda del milenio de la Organización Mundial del Comercio, OMC, que corresponde a las estrategias generales de la política exterior del Brasil.
6. No parece que fueran a darse mayores cambios en la política en relación con las grandes potencias. Un Brasil que se aproxima a China, India y Rusia, se perfila en los últimos años como la constante de la política exterior. No puede hablarse en los mismos términos de la Unión Europea, mientras en la misma continúe el proteccionismo por la vía de subsidios agrícolas y pecuarios, e incluso industriales.
7. Con alguien como la señora Rousseff en la Presidencia sería inconcebible hablar de un programa nuclear bélico en el país, tal como lo insinúan algunos analistas argentinos. La renuncia al mismo es una de las conquistas de la democracia luego de las dictaduras de los sesentas y setentas. La sola posibilidad de resucitar un programa de tal naturaleza, tendría un costo monumental en términos sociales y en las relaciones y la autoridad moral del país en Suramérica. Pero la señora Rousseff haría bien en aclarar la posición de su país frente a las pretensiones nucleares de otras naciones. Existe aquí un tema equívoco que debe precisarse, si se quiere hablar de paz mundial.
De la cárcel al poderEn resumen, bajo la señora Rousseff veríamos en Brasil un modelo social-demócrata diáfano, con énfasis en las políticas sociales y económicas dentro del país y una mayor aproximación a Suramérica. También, una gran actividad internacional, que vendría seguramente después de su segundo año de gobierno, una vez haya ganando seguridad y fortaleza en la parte internacional, que hasta el momento constituye un punto débil en su experiencia.
Por último, se puede recordar aquí un magnífico libro del historiador Emil Lengyel, publicado originalmente en 1964: "From Prison to Power" (editado más tarde en español por Bruguera). Figuraban allí personajes como Sukarno en Indonesia, Ben Bella en Argelia, Bourguiba en Túnez, Kenyatta, el "padre de la nación", en Kenya, y Makarios en Chipre. Teniendo en cuenta que lo importante no es que hayan estado en la cárcel sino que hayan gobernado de manera ejemplar, hoy valdría la pena incrementar el listado con estadistas de la talla de Gandhi en la India, Mandela en Sudáfrica, o Bachelet en Chile. Ojalá en unos años un nuevo libro de esta naturaleza pudiera incluir por sus ejecutorias a la señora Rousseff, en Brasil. Los ojos del mundo estarán atentos.
octubre 04, 2010
Brasil y su “dama de hierro”
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